Hace siglos que reflexionamos sobre cómo conocemos, de qué forma construimos conocimiento cierto. Intuimos, observamos, pensamos, creamos ideas o nos planteamos causas variadas para cada asunto que capta nuestra atención.
Nos hemos planteado numerosas tesis sobre nuestras formas de conocer, acerca de su validez, sobre nuestras diferentes posibilidades de entender el espacio que habitamos o el tiempo, o si restringimos esa capacidad de conocer con nuestros límites biológicos o no. Algunas de estas tesis han resultado complementarias y otras están muy alejadas.
¿Solo podemos conocer lo que vemos, oímos, tocamos, es decir, sentimos? ¿O por el contrario toda esa información que captamos nos engaña y disimula el conocimiento último y verdadero? Para algunos ni siquiera captamos con nuestros sentidos estímulos del mundo, sino que lo creamos. Para otros lo de ser verdadero o dejar de serlo es una cuestión de bastante debate también. Obviamente no es una cuestión simple y nos lleva ocupando siglos de pensamiento.